Lizzy Cuenta Cuentos
viernes, 20 de mayo de 2011
miércoles, 18 de mayo de 2011
lunes, 16 de mayo de 2011
sábado, 16 de octubre de 2010
Caperucita Roja y el Lobo
Estanod una mañana haciendo el bobo
le entró un hambre espantosa al Señor Lobo,
así que, para echarse algo a la muela,
se fue corriendo a casa de la Abuela.
<<¿Puedo pasar, Señora?>>,preguntó.
La pobre anciana, al verlo, se asustó
pensando: <<¡Este me come de un bocado!>>.
Y, claro, no se había equivocado:
se convirtió la abuela en alimento
en menos tiempo del que aquí te cuento.
Lo malo es que era tan flaca y tan huesuda
que al lobo no le fue de gran ayuda:
<<Sigo teniendo un hambre aterradora...
¡Tendré que merendarme a otra señora!>>.
Y, al no encontrar ninguna en la nevera,
gruñó con impaciencia aquella fiera:
<<¡Esperaré sentado hasta que vuelva
Caperucita Roja de la Selva!>>
-que así llamaba al Bosque la alimaña,
creyéndose en Brasil y no en España-.
Y porque no se viera su fiereza
se disfrazó de abuela con presteza,
se dio laca en las uñas y en el pelo,
se puso la gran falda gris de vuelo,
zapatos, sombrerito, una chaqueta
y se sentó en espera de la nieta.
Llegó pro fin Caperu a mediodía
y dijo: <<¿Cómo estás, abuela mía?
Por cierto, ¡me impresionan tus orejas!>>.
<<Para mejor oírte, que las viejas
somos un poco sordas>>. <<¡Abuelita,
qué ojos tan grandes tienes!>>. <<Claro, hijita,
son las lentillas nuevas que me ha puesto
para que pueda verte Don Ernesto
el oculista>>, dijo el animal
mirándola con gesto angelical
mientras se le ocurría que la chica
iba a sabere mil veces más rica
que el rancho precedente. De repente
Caperucita dijo: <<¡Que imponente
abrigo de piel llevas este invierno!>>.
El Lobo, estupefacto, dijo: <<¡Un cuerno!
O no sabes el cuento o tú me mientes:
¡Ahora te toca hablarme de mis dientes!
¿Me estás tomando el pelo...? Oye, mocosa,
te comeré ahora mismo y a otra cosa>>.
Pero ella se sentó en un canapé
y se sacó un revolver del corsé,
con Calma apuntó bien a la cabeza
y - ¡Pam!- allí cayó la buena pieza.
***
Al poco tiempo vi a Caperucita
cruando por el Bosque... ¡Pobrecita!
¿Sabeis lo que llevaba la infeliz?
Pues nada menos que un sobrepelliz
que a mí me pareció de piel de un lobo
que estuvo una mañana haciendo el bob.
Cuentos en verso para niños Perversos de Roald Dahl
le entró un hambre espantosa al Señor Lobo,
así que, para echarse algo a la muela,
se fue corriendo a casa de la Abuela.
<<¿Puedo pasar, Señora?>>,preguntó.
La pobre anciana, al verlo, se asustó
pensando: <<¡Este me come de un bocado!>>.
Y, claro, no se había equivocado:
se convirtió la abuela en alimento
en menos tiempo del que aquí te cuento.
Lo malo es que era tan flaca y tan huesuda
que al lobo no le fue de gran ayuda:
<<Sigo teniendo un hambre aterradora...
¡Tendré que merendarme a otra señora!>>.
Y, al no encontrar ninguna en la nevera,
gruñó con impaciencia aquella fiera:
<<¡Esperaré sentado hasta que vuelva
Caperucita Roja de la Selva!>>
-que así llamaba al Bosque la alimaña,
creyéndose en Brasil y no en España-.
Y porque no se viera su fiereza
se disfrazó de abuela con presteza,
se dio laca en las uñas y en el pelo,
se puso la gran falda gris de vuelo,
zapatos, sombrerito, una chaqueta
y se sentó en espera de la nieta.
Llegó pro fin Caperu a mediodía
y dijo: <<¿Cómo estás, abuela mía?
Por cierto, ¡me impresionan tus orejas!>>.
<<Para mejor oírte, que las viejas
somos un poco sordas>>. <<¡Abuelita,
qué ojos tan grandes tienes!>>. <<Claro, hijita,
son las lentillas nuevas que me ha puesto
para que pueda verte Don Ernesto
el oculista>>, dijo el animal
mirándola con gesto angelical
mientras se le ocurría que la chica
iba a sabere mil veces más rica
que el rancho precedente. De repente
Caperucita dijo: <<¡Que imponente
abrigo de piel llevas este invierno!>>.
El Lobo, estupefacto, dijo: <<¡Un cuerno!
O no sabes el cuento o tú me mientes:
¡Ahora te toca hablarme de mis dientes!
¿Me estás tomando el pelo...? Oye, mocosa,
te comeré ahora mismo y a otra cosa>>.
Pero ella se sentó en un canapé
y se sacó un revolver del corsé,
con Calma apuntó bien a la cabeza
y - ¡Pam!- allí cayó la buena pieza.
***
Al poco tiempo vi a Caperucita
cruando por el Bosque... ¡Pobrecita!
¿Sabeis lo que llevaba la infeliz?
Pues nada menos que un sobrepelliz
que a mí me pareció de piel de un lobo
que estuvo una mañana haciendo el bob.
Cuentos en verso para niños Perversos de Roald Dahl
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